La salud es, en sí, una oportunidad, para cada uno de nosotros, para nuestras familias y para la comunidad en la que vivimos. Somos, en gran medida, responsables de nuestra propia salud, de hacer jugar a nuestro favor la plasticidad que se da en nuestras vidas.
Sabemos que las enfermedades crónicas no transmisibles son, en las sociedades económicamente desarrolladas, la principal causa de mortalidad, morbilidad e incapacidad. Y sabemos que todas ellas comparten unos pocos y prevenibles factores de riesgo: la caída de la actividad física, las dietas no sanas, el tabaco y las drogas.
Mantener un estilo de vida saludable, evitando en lo posible la enfermedad y la incapacidad, y prolongar en lo posible la juventud, es, para cada uno de nosotros, una cuestión ética, un deber social. Y la actividad física regular es uno de nuestros mejores aliados en esta tarea. Roy J. Shepard, uno de los más eminentes investigadores en esta área, afirma en uno de sus libros: “Los científicos no han descubierto aún la piedra filosofal que nos confiera la inmortalidad. Sin embargo, la capacidad del ejercicio físico regular para reducir la edad biológica en 10 a 20 años no es, en absoluto, un milagro. Además, yo no conozco otra terapia capaz de alcanzar semejantes resultados”.
José Manuel GONZÁLEZ ARAMENDI
Doctor en Medicina y Cirugía. Especialista en Medicina de la Actividad Física y del Deporte
Lourdes SARRÍA URIGÜEN
Doctora en Medicina y Cirugía. Profesora Titular de Microbiología Médica de la UPV-EHU